jueves, 17 de septiembre de 2009

Sobre Marcos y el EZLN

Bajo ese pasamontañas negro, bajo esa ropa de guerrillero, descalzando las botas de uso militar, se encuentra todo un enigma, una persona llena de simbolismo y misticismo. Se desnuda un enemigo público y un vengador anónimo a la vez, una amenaza al Estado PRIhistórico del Dr. Ernesto Zedillo y una esperanza para los grupos vulnerables (quienes posteriormente depositaron su confianza en AMLO) . Un enigma, un parte aguas en la vida política de nuestro ya desangrado México; un luchador social, un académico, un rebelde, un poeta... en fin existen miles de adjetivos que podrían describir a este encapuchado personaje que dejó una huella en la historia de la nación –todo depende de quién lo diga-.
En palabras de su padre , Don Alfonso Guillén –comerciante de muebles en Tampico-, lo describe con orgullo como “El Quijote del siglo XX” (pag. 77/Marcos la genial impostura/Bertrand de la Grand y Maite Rico). Por qué así, porque él lo dibuja como un espíritu libre y soñador, un líder que busca el bienestar de la mayoría anteponiendo el propio.
Por otro lado la investigación realizada por los periodistas europeos, autores del libro “Marcos: la genial impostura”, Maite Rico (corresponsal de el diario “El País”) y Bertrand de la Grage (del “Le Monde”), basan gran parte de su investigación en testimonios de gente allegada al subcomandante Marcos, hacen una gran y larga reseña sobre su formación académica y su militancia dentro de grupos de presión y huelguistas, de esos que libran sus guerrillas en una selva diferente, en la selva de concreto . Hasta que finalmente, al reunirse con él imprimen un radical giro a su investigación.
Por ejemplo, Bentrand lo delinea como un posser (una pose, una caricatura) de la guardia izquierdista en México, un fanático guevarista, lanista, marxista, en fin una calca de todos los lideres obreros, campesinos y de izquierda de la época humana. Una persona lucida pero a la vez estrafalario y hasta un poco incongruente.
Mientras que el escritor y ensayista catalán, Manuel Vázquez Montalbán, quien llegó a conocerlo más de cerca, lo dibuja como un poeta, un filántropo neto, un ser honesto, un catedrático que se distingue por poseer “un discurso de estructura simbólica... una relación directa con el mito y por ello ni los intelectuales, ni los políticos han podido descifrarlo; porque viene cargado de la escatología cristiana de San Agustín, tiene un aire de Popol Vuh y un eco de Chilam Balam de Chumayel, de los muertos de Juan Rulfo y se vale del cambio del sujeto hablante cono en la novela de James Joyce: pasa del yo de los zapatistas al yo de Marcos, sin que haya hablante fijo...” (pag119/ el Señor de los espejos/Manuel Vázquez Montalbán) en cada discurso, boletín o informe.
Ambos autores coinciden en algo, lo describen como un hombre letrado, de vastos conocimientos en las disciplinas políticas y sociales. Pero varían desmedidamente en la escancia que les dejó Marcos a cada de los autores como persona.
Recopilan información de distintas fuentes, de diversos autores y testimonios, pero encajan en algo... en el suceso en el movimiento armado, que en los 90´s hizo que el mundo entero fijara los ojos sobre México, sobre Chiapas, sobre el movimiento zapatista.
¿La razón del levantamiento?, el neoliberalismo, ese sistema que se basa en el la apertura del libre mercado, beneficiando sólo a algunos cuantos círculos minoritarios de poder (poderosos empresarios, políticos y familias perfumadas), destinando la desaparición de otros, como indígenas y pobres, dando paso a la fuga de tradiciones y costumbres que paulatinamente borrarán el status quo y la identidad nacional de los pueblos.
En palabras del encapuchado, según Montalbán, el movimiento buscaba la tan anhelada justicia social –esas dos palabras que han estado presentes en la historia de la humanidad y que han sido la causa de ríos de sangre-, dentro del contexto de un país dividido, no por indígenas y políticos, sino socialmente, entre quienes conocían el movimiento y los que lo ignoraban por completo.
Los que lo conocían tuvieron un papel relevante en este lapsus histórico, ya que no se trataba sólo de indígenas... a este movimiento se sumaron estudiantes, ideólogos, homosexuales, lesbianas, en fin todos aquellos sectores que el Estado había dejado desprotegidos y olvidados. Encontraron una opción, una alternativa a sus necesidades las cuales eran incumplidas por el Gobierno.
Pero la clave de este movimiento no fue el levantamiento en armas, ni el desgranamiento del PRI, ni mucho menos el hacer pública la descomposición de un sistema (influyeron en gran medida). El quid de los resultados obtenidos fue la comunicación en la que las telecomunicaciones jugaron un papel muy importante en especial internet, como lo menciona Le Bolt (pag72/ el Señor de los espejos/Manuel Vázquez Montalbán).
Esa apertura a todos los sectores de la población en la que, en palabras del comanche: “si hay una propuesta equilibrada de acceso a los medios, de contactos con la gente, nosotros apostamos a que las propuestas más humanas, más racionales, más justas, más libres y más demócratas son las que van a triunfar sobre otras...”(pag114/ el Señor de los espejos/Manuel Vázquez Montalbán).
La esencia del movimiento, considero, es muy humana; sus raíces son el origen de una buena planetarización ya que marcos creía en una que una alianza entre los indígenas y la parte más consciente de la sociedad civil facilitaría la superación del desencuentro nacional posterior a la independencia.
El objetivo no era el poder, era el arte gobernar sin gobernar, el gobernar obedeciendo. En base a igualdad, justicia y democracia.

Jonathan Uraga Sánchez

1 comentario:

katrina dijo...

Hola...
me parece muy interesante la opinion que has marcado en tu blog..
te dejare mi correo..
g_catblack@hotmail.com

Gracias..